Ridner E – enero 2016

Un estudio llevado a cabo recientemente por la conocida encuestadora Mintel encontró que un llamativo 65% de los canadienses ven a las declaraciones «libres de …» en las etiquetas de los alimentos y bebidas como un camino para que las empresas cobren más caros sus productos. Hay una sensación cada vez mayor de desconfianza de los consumidores canadienses contra los fabricantes de alimentos, sobre todo cuando se trata de claims en el packaging.

La investigación muestra que una etiqueta que dice «libre de» puede ser popular entre los consumidores canadienses, pero hay cierta confusión. Mientras que cuatro de cada cinco (80 por ciento) de los canadienses compran este tipo de alimentos, el 65 por ciento cree que son una manera para que las empresas aumenten sus precios, y un 46% piensa que todo puede tratarse de una moda.

Las principales ganadores son «libre de grasas trans» (54%), «sin grasas» (48%) y «sin conservantes» (46%), aunque todos coinciden que deberían preferir alimentos no procesados.

De todos los grupos de edad, la generación más joven entre 18 y 34 años son los menos propensos a comprar alimentos que declaran no tener algún ingrediente presuntamente dañino en comparación con otras generaciones (79%). Los alimentos envasados mencionados incluyen aquellos que pretenden ser libres de, entre otras cosas, alérgenos, edulcorantes o ingredientes artificiales.

La misma generación en Estados Unidos tiene tendencia algo mayor a elegir alimentos libres de (83%), pero en ambos casos la generación anterior, de más de 35 años, manifiesta que es más probable que elija alimentos por ese motivo lo que suelen relacionar a su preocupación por la alimentación de sus hijos pequeños.

En todos los casos hubo rechazo a listas muy largas de ingredientes, y una falta de comprensión de los perjuicios reales que podría causar el ingrediente supuestamente malo. Según el informe, la mayoría de los encuestados piensan que un menor número de ingredientes se asocia con ser más natural y sano, y empiezan a ver con dudas los productos que tratan de vender sus atributos saludables, tales como proteína añadida, fibra y omega 3.

El informe concluye que los beneficios que declara un producto deberían ser más tangibles, como la salud cardiovascular o el peso, y ser respaldados mediante la presentación de argumentos convincentes para los consumidores.