Sestiere SM – jun 2018

Un estudio sobre la influencia de la sensación que produce tocar el alimento en la decisión de consumirlo sugiere que este aspecto puede ser tenido en cuenta al desarrollar y preparar alimentos especialmente para los niños.

El ensayo publicado en la prestigiosa revista Appetite por Nederkoorn y colaboradores de la Universidad de Maastricht (Holanda) mostró que es importante si la comida es crujiente o viscosa, consistente o con trocitos y pepitas. Se hipotetiza que los niños que son más sensibles al tacto y no les gusta la sensación de de determinados estímulos táctiles, también son selectivos para la estimulación táctil en la boca y rechazan esas sensaciones.

¿Cuál es el impacto de estos hallazgos en las recomendaciones alimentarias? Más allá de una primera sorpresa sobre el hecho de  tocar la comida con las manos, aparecen problemas y oportunidades: adecuar la textura y consistencia de los alimentos es una herramienta para orientar las elecciones.

Satisfaciendo la demanda de «experiencias» de los consumidores, los fabricantes de alimentos y bebidas harán que sus productos sean más «táctiles» de una manera que va más allá de los colores. Esta es una tendencia que tendrá impacto en la industria: el sentido del tacto.

Probablemente no haya una profesión que sea más táctil que ser un chef, y expandiendo esto a todos nuestros sentidos muestra a la alimentación como un hecho multisensorial.

La conexión a los alimentos es física, y también auditiva y visual en respuesta a la sobrecarga de información alimentaria que experimentan los consumidores, ya que muchos intentan aprender todo lo que pueden sobre los productos, cómo se fabrican y cómo afectan su salud y bienestar. Ahora la conexión se mueve aún más profundamente.

Por ejemplo, la respuesta autónoma sensorial está emergiendo como una estrategia de marketing efectiva en la industria alimentaria. Al jugar con la acústica, como sorber, masticar, hacer crujir y arrugar, los consumidores pueden involucrarse más con sus alimentos y bebidas, creando experiencias memorables que mantendrán a las marcas en lo más alto de su mente.

Bocados extra crujientes para despertar los sentidos, formas tridimensionales y lúdicas, es un ejemplo de experiencias extra sensoriales para comer. La magnificación de sonidos de los alimentos y bebidas que están consumiendo para que los espectadores puedan realizar un viaje auditivo con ellos es otro ejemplo.

La tecnología hace las cosas más fáciles: la impresión 3D podría traer la tendencia hacia el futuro como una forma atractiva de hacer comida sin desperdicio.

¿Tocar la comida sigue produciendo sentimientos encontrados? Posiblemente los niños más pequeños no piensen lo mismo, y observar qué tipo de texturas, tamaños, consistencias, temperatura e incluso colores les atrae más, podría ser una buena fuente de inspiración para elaborar sus platos de acuerdo a sus preferencias personales resolviendo frecuentes motivos de rechazo de alimentos recomendables y deseables que no consiguen introducirse en su rutina.