Benini R* – Oct 2016

En los últimos años se han producido importantes cambios demográficos, sociales y económicos, que han contribuido a modificar estilos de vida de la población y por ende modificar las conductas alimentarías. Ello ha determinado un aumento de la prevalencia de enfermedades crónicas no transmisibles. A pesar de esto, se observa una nueva corriente social que predomina en los adultos jóvenes, cuyos hábitos consisten en mantener una vida activa y dieta saludable.

La industria alimentaria han venido adaptándose a estas modalidades proponiendo la venta de productos que satisfagan esta demanda; siendo estos capaces de promover un consumo de conveniencia (fácil de adquirir, consumir y preparar), que sea saludable, y que contemple el placer.

Se orientan al desarrollo de nuevas tecnologías para la producción de snacks, que eviten procesos de frituras, consiguiendo de esta manera disminuir el contenido en grasas y calorías de los productos finales. Se busca además la introducción de ingredientes tales como las fibras y vitaminas.

Snacks o colaciones se refiere al consumo de un alimento fuera del horario de la comida principal en un período corto de tiempo. Los nuevos snacks apuntan hacia un menor contenido calórico, de grasas saturadas, azucares y sodio, y presencia de fibras y micronutrientes.

Existen diferentes tipos de snacks con este perfil, los clásicos como las frutas, los yogures y leches, los frutos secos, y los nuevos productos de la industria como las barritas de cereales, alfajores de arroz, algunas golosinas, frutas liofilizadas.

Si bien la cantidad de calorías puede ser semejante entre estos distintos grupos de alimentos, es imprescindible saber sobre la calidad de sus nutrientes, el aporte de fibras, grasas y azucares.

La demanda de alimentos tipo snacks va en aumento debido a que se vive un estilo de vida más agitado. Como consecuencia a la hora de elegir un producto se busca aquello que sea fácil de consumir.

Los profesionales de la salud, y en especial aquellos dedicados a la nutrición deben realizar un análisis sobre estos productos existentes, su calidad nutricional, adaptándonos a los actuales estilos de vida. A pesar de esto, no debemos olvidarnos sobre educación alimentaria, y que cuanto a más temprana edad se haga mejores resultados a la hora de elegir que comer.

Finalmente, dada la gran oferta y competitividad del mercado, muchas veces el costo económico de estos alimentos es alto y poco accesible a todas las personas. Por esto no debemos olvidarnos de los clásicos que por ser “más viejos” no dejan de ser buenos o incluso más saludables que los más recientemente incorporados a nuestra sociedad.

* Romina Benini es Médica cursante de la carrera de Médicos Especialistas en Nutrición.