E. Ridner – Mayo 2015

Estuvo en Buenos Aires el Dr. José Miguel Mulet presentando su nuevo libro «Comer sin miedo» en la Facultad de Medicina de la U.B.A..

Bajo el sugestivo subtítulo «Mitos, falacias y mentiras sobre la alimentación en el siglo XXI», el libro revisa los desafíos del hombre contemporáneo para darle de comer a más de 7.000 millones de personas, y propone revalorizar los hallazgos de la ciencia formal sin darle crédito a las especulaciones de los comunicadores que difunden información sin mucho fundamento.

En su presentación frente a un auditorio variado de más de 200 personas con invitación en mano, a las cuales se sumaron sobre el final algunos estudiantes ambientalistas y bastante revoltosos, el Dr. Mulet exhibe un estilo claro, entretenido y algo sarcástico. «Si la comida no fuera segura, estaríamos jugando a la lechuga rusa» comienza, y concluye que las estadísticas muestran que en occidente la comida es más asequible y segura que nunca.

¿Entonces porqué el tema sigue vigente? «Alarmar es rentable para el periodismo» afirma, y pone por ejemplos las últimas crisis que fueron tapa de diarios por semanas hasta que se borraron de la memoria, como la vaca loca, las dioxinas y la gripe aviar.

Remarca que lo que no es inocuo es divulgar información de mala calidad porque lleva a decisiones de mala calidad. Ilustra con ejemplos risueños las falacias habituales, basadas en «lo vi en youtube, es natural, lo usaban los antiguos o lo recomendó mi abuela».

Repasa palabras buenas y palabras «chungas» (prohibidas) que todos los fabricantes se encargan cuidadosamente de respetar creando un lenguaje comunicacional pensado en la venta y no en la verdad. Enfatiza que la química no es del agrado de la gente, y mientras presenta un cuadro con más de 40 substancias cuyos nombres son la tradicional sopa de letras impronunciable para el hombre común, pregunta si alguien comería todo eso. Mientras se hace un silencio expectante, saca del bolsillo un tomate cherry, se lo come y con la boca todavía llena explica que todas esas sustancias son componentes naturales del tomate, y por supuesto hace mucho que hemos comprobado que no dañan a la salud, aunque sus nombres no nos resulten simpáticos.

Al abordar el tema más caliente, el de los transgénicos y los pesticidas, la presentación se vio profundamente alterada por las interrupciones de la audiencia juvenil (algunos no tanto) que había copado las filas de atrás. Para describir la tendencia a culpar de todos los males a las substancias nuevas, puso el ejemplo del glifosato. Aunque tiene más de 30 años en el mercado y es considerado por los especialistas el menos agresivo de los herbicidas (entre otras cosas porque es rápidamente degradable), sigue siendo discutido en algunos países incluyendo la Argentina, una tendencia a la que llamó «Neoludismo».

Más ruido hubo al tocar el tema transgénicos, un ejemplo de tecnología muy vigilada por las autoridades, que sigue despertando reacciones encontradas en la sociedad, donde parece ser que una fracción pequeña pero muy activa expresa un miedo visceral a todo lo relacionado con la manipulación genética, mientras la mayoría de la población se muestra indiferente y ni siquiera le interesa conocer sobre el tema.

Interesante, provocador y con claros efectos despertadores, buena charla para un libro muy recomendable con buenos aportes para un mundo saturado de información.

«Comer sin miedo», J.M.Mulet, Grupo Editorial Planeta 2015, ISBN 978-950-732-254-9