Cada año se lanzan al mar, ríos y lagunas ocho millones de toneladas de plásticos que al degradarse se convierten en micropartículas. La acción del agua, los microorganismos y la luz solar van degradando el plástico hasta reducirlo a pequeñas partículas de unas pocas micras de longitud (una micra equivale a la milésima parte de un milímetro). Al ser casi indestructible, ya que no se biodegrada o descompone, cada vez se transforma en partículas más pequeñas, pero nunca llega a desaparecer. A este ritmo, en el año 2050 habrá mayor volumen de plástico que de peces en el mar, según la Fundación Ellen MacArthur.
Según un estudio solicitado por la Organización Mundial de Conservación (WWF por sus siglas en inglés), realizado por la Universidad de Newcastle, Australia, y que Fundación Vida Silvestre Argentina (FVSA) presentó en el país, sugiere que las personas están consumiendo alrededor de 2.000 pequeñas piezas de plástico cada semana. Eso es aproximadamente 21 gramos al mes, y alrededor de 250 gramos al año. Ya tenemos herramientas y tecnología para neutralizar su efecto e impedir que siga avanzando, pero es un compromiso que debemos asumir todos con conciencia y conocimiento.
Alejandro Sturniolo es VP de Marketing y Ventas de Fluence Argentina y Director de la Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso del Agua (ALADyR).