Lizitza C* – Noviembre 2015

En términos prácticos, se llama golosina a un producto comestible, generalmente dulce y de pequeño tamaño, que se suele comer a cualquier hora por su sabor agradable y no por su valor alimenticio.

Desde una visión antropológica, una golosina es un bocado que se consume por el placer que otorga, adquiere valor como premio y gratificación y no es visto como un alimento de acuerdo a las conceptualizaciones populares, al no ingerirse en los horarios habituales de comida.

Según la Real Academia Española de la Lengua, define golosina como un manjar delicado, generalmente dulce, que sirve más para el gusto que para el sustento. Las empresas dedicadas al rubro golosinas, enfocan sus productos de acuerdo a la demanda por grupos de edad, siendo los niños y adolescentes dos de sus mercados más importantes.

Comparadas con las comidas habituales, las golosinas suelen ser fuente de energía proveniente de grasas e hidratos de carbono, y difícilmente sean fuente de otros nutrientes, por lo que pueden asociarse culturalmente al aumento de peso, obesidad y caries dentales. Además incorporan aditivos que dan color, sabor y otras propiedades deseables pero que en el imaginario popular pueden tener mala imagen. Algunos de ellos pueden ocasionar reacciones alérgicas.

Consumidos antes de las comidas principales, pueden provocar la falta de apetito. Dicha situación debe ser evaluada fundamentalmente en niños, ya que en adultos a veces es usada precisamente para el manejo del peso.

Se consideran «alimentos vacíos» por su escaso valor nutricional, como calorías discrecionales que pueden provocar por desplazamiento un menor consumo de cereales integrales, frutas y verduras.

Más allá de las golosinas caseras, muy instaladas en la cultura como para esperar cambios en el corto plazo, la industria ha percibido una demanda de golosinas que conserven el placer de su consumo sin estas observaciones a su escaso aporte nutricional.

Son importantes los programas de educación en alimentación saludable para alumnos en edad preescolar y escolar y programas de información al consumidor. Es importante el rol que juegan las políticas públicas que guían a la población para adoptar una alimentación saludable y a los medios de comunicación ya que tienen mucho impacto en los niños.

En la Argentina está vigente la Ley 26.396/08 que declara de interés nacional la prevención y control de los trastornos alimentarios, y comprende la investigación del diagnóstico y tratamiento de las enfermedades vinculadas a la alimentación, la asistencia integral y rehabilitación, incluyendo la de sus patologías derivadas, y las medidas tendientes a evitar su propagación. En su art. 9 expresa: los quioscos y demás establecimientos de expendio de alimentos dentro de los establecimientos escolares deberán ofrecer productos que integren una alimentación saludable y variada debiendo estar los mismos debidamente exhibidos. Dichos quioscos deben ofrecer yogures, leches, agua, frutas, verduras, galletitas integrales y productos para celíacos. Se introduce el término golosinas ecológicas como productos sin aditivos, colorantes o potenciadores del sabor.

Es creciente la tendencia a introducir nuevos productos que siguen estos lineamientos y a mejorar los existentes en la misma dirección.

CONCLUSION

Se puede considerar que es más efectiva una educación integral sobre hábitos saludables que la prohibición, ya que las iniciativas restrictivas han demostrado pobres resultados.

Asimismo, se deben generar acciones para que las golosinas no sean sinónimo de malos alimentos y ayudar a que los niños no tengan que privarse de sus dulces favoritos. Entre las estrategias posibles se destacan elegir tamaños pequeños que no superen los 30 gramos, para que de esa manera las calorías extras no resulten significativas e inculcar a los chicos el hábito de priorizar las golosinas más sanas con el fin de mejorar sus hábitos alimentarios.

* Cynthia Lizitza es Médica cursante de la carrera de Médicos Especialistas en Nutrición