González M* – dic 2017

La estructura de la cúrcuma permite modular vías de señalización de variadas enfermedades pero es químicamente inestable limitando su utilidad clínica.

La cúrcuma es una planta herbácea del género cúrcuma longa y de la familia de las zingiberáceas, al igual que el jengibre. Originaria de la India, hace más de 2500 años, se introdujo luego en China de la mano de Marco Polo, África y posteriormente algunos países de Centro América, como Jamaica. En Argentina su cultivo es a nivel microcomercial y artesanal principalmente.

Históricamente sus primeros usos fueron para teñir telas, comenzando luego a usarse como condimento, siendo componente fundamental del curry, una mezcla de especias muy valorada en la India.

Desde la antigüedad se usaba con fines medicinales, en enfermedades hepáticas, como digestivo y antiinflamatorio. Por su intenso color amarillo se lo asocia a la energía y al plexo solar, formando parte de las ceremonias hindúes, budistas y de las prácticas ayurvédicas. El punto que lucen en la frente las mujeres hindúes se hacía con cúrcuma y jugo de limón.

La planta se cultiva por sus rizomas, y requiere de suelo fértil con buen drenaje y temperaturas cálidas. Sus raíces de color amarillo naranja, se usan como colorante alimentario. Los componentes más importantes de la cúrcuma son un grupo de compuestos llamados curcuminoides que incluyen a la curcumina.

Su estructura bioquímica privilegiada tiene la capacidad de modular diferentes vías de señalización en la patogénesis de variadas enfermedades. Este hallazgo ha despertado el interés de la investigación científica médica y bioquímica, encontrándose actualmente 10340 trabajos publicados en el sitio web de la Biblioteca Nacional de los Estados Unidos (PubMed).

Las investigaciones cubren un amplísimo espectro sobre los efectos de la curcumina en la prevención y tratamiento de enfermedades inflamatorias, oncológicas y neurológicas, entre otras.

Múltiples trabajos muestran su efecto sobre neoplasias de mama, piel (melanoma), páncreas, vejiga, colon, pulmón, próstata y hematopoyéticas, principalmente.

En todos ellos la cúrcuma atenúa la proliferación de las células neoplásicas , promueve la apoptosis tanto in vitro como in vivo , además de ser quimiosensibilizador. Estos efectos se deberían a la regulación de cambios epigenéticos, sobre todo de la expresión del micro ARNs.

Ensayos sobre cánceres avanzados o de difícil tratamiento aportan esperanzas, como es el caso de la mejoría en la respuesta al paclitaxel en el cáncer de pulmón no células pequeñas; o la excelente respuesta de los melanomas en estadios avanzados, o la inhibición de la invasión del cáncer de vejiga en ratas.

La quimioprevención oncológica actuaría por varios procesos subyacentes a la carcinogénesis, como la inflamación, la transformación celular, la proliferación, y la angiogénesis. Trabajos de esta línea muestran efectos protectores sobre la aparición del cáncer de mama y de útero.

Su potente acción antiinflamatoria ha sido estudiada mostrando resultados comparables a los corticosteroides en el tratamiento de las crisis asmáticas. Ejerce esta acción además de la analgésica en cuadros de artritis, entre otros.

Otra perspectiva de su uso farmacológico es en las enfermedades neurológicas: puede prevenir el deterioro de la memoria espacial, la disminución de las células piramidales en el hipocampo, reduce el comportamiento depresivo en animales, y se ha mostrado útil en ensayos sobre la enfermedad de Parkinson.

Su efecto antiinflamatorio y la disminución del estrés oxidativo mejoran el metabolismo del colesterol y de los triglicéridos. Aumenta la funcionalidad de las HDL, y por todo esto potencia el efecto de los hipolipemiantes. Mejora la sensibilidad a la insulina actuando sobre la fosforilación de la AMPkinasa.

Todos estos puntos favorables y algunos otros han sido validados en estudios in vitro de cultivos celulares y algunos de ellos en trabajos con animales de experimentación. Pocos se encuentran hoy día en fase de ensayo.

Es aquí donde aparece la gran brecha entre lo experimental y lo clínico. La cúrcuma es muy inestable químicamente, de baja solubilidad y biodisponibilidad, y de rápido metabolismo.

Estas limitaciones restringen su utilidad clínica.

Nuevos trabajos buscan mejorar la solubilidad y disponibilidad oral a través de la creación de análogos: liposomas, micelas poliméricas, nanopartículas, o formación de complejos fosfolipídicos.

Parece haber un largo camino aún antes de que la curcumina pueda ser utilizada en el tratamiento estratégico de enfermedades graves como el cáncer.

Mientras tanto, se ofrece como suplemento dietario, en forma de cápsulas, que contienen 450 mgrs.de curcumina. Se habla de dosis preventivas de 1 cápsula diaria, y dosis intensivas en pacientes con antecedentes oncológicos, de hasta 9 gramos día. Mejoraría su absorción con la ingesta concomitante de te verde, pimienta negra, o semillas de lino.

A  dosis altas podríamos pensar en posibles efectos indeseables como la contracción del colédoco, malestar gastrointestinal, interacción con anticoagulantes o con fármacos que utilicen la vía citocromo p450, al igual que la curcumina.

Frente a este panorama aún incierto entre los claros y marcados beneficios y propiedades de la cúrcuma en laboratorio, y la aún incierta eficacia  de su ingesta oral en la modalidad conocida como suplemento dietario de extracto seco de rizoma, creo deberíamos realizar una transitoria evaluación costo-beneficio.

Mientras las líneas de investigación, las fases de ensayo clínico, el uso de análogos y la estandarización de su uso farmacológico lleguen  a su fin seriamente, podrían pasar aún décadas.

Mientras tanto, su uso aprobado por la medicina integrativa, no tan científica, no exhibe grandes riesgos para la salud. Su ingesta es bastante inocua y libre de efectos secundarios muy riesgosos.

Su potencial beneficio es promisorio.

Personalmente la consumiría, y la consumo de hecho, en forma de cápsulas, en dosis diaria, sin presentar inconvenientes hasta la fecha.

Como sobreviviente oncológica elijo lo mejor que pueden ofrecerme las distintas disciplinas al día de hoy, mientras la ciencia continúa en avance.

Mientras tanto, la ingesta de una simple raíz, presente en nuestros condimentos desde hace siglos, afirma la verdad sin tiempos de Hipócrates: “Que tu medicina sea tu alimento, y tu alimento tu medicina”.

* Margarita González es Médica cursante de la Carrera de Médicos Especialistas en Nutrición