Apoloni S* abr 2017.

Los frutos secos aportan muchas calorías. En baja cantidad colaboran para equilibrar la dieta, pero cumplen con la regla general: el exceso no es bueno.

 

En las recientes guías de alimentación de la población argentina se busca promover hábitos y comportamientos alimentarios más saludables, enunciando una serie de mensajes dentro de los cuales se recomienda “consumir aceite crudo como condimento, frutas secas o semillas” y además se sugiere que se ingiera “al menos una vez por semana un puñado de frutas secas, es decir, maní, nueces, almendras, avellanas, castañas, etc”.

 

¿Qué características tienen los frutos secos? Están constituidos aproximadamente por menos del 50% de agua; en general tienen bajo contenido de hidratos de carbono; proveen oligoelementos como potasio, fósforo, hierro, magnesio y calcio aunque la absorción de éstos puede verse levemente dificultada dado que los frutos secos también aportan fibra. En cuanto a las proteínas, pueden ser deficitarios en algún aminoácido esencial y a su vez tener baja digestibilidad pero constituyen una buena alternativa para complementar junto a otros alimentos proteicos como los cereales integrales. Estos alimentos son interesantes además en cuanto al perfil de grasas que lo componen, el cual puede variar entre 50-70% dependiendo de la fruta seca que consideremos. Son fuente de ácidos grasos poliinsaturados como el ácido linoleico (omega 6) que contribuye a disminuir los niveles séricos de LDL colesterol, y de ácido linolénico (omega 3), particularmente nueces y avellanas, es decir, son fuente de ácidos grasos esenciales, necesarios en funciones relacionadas al sistema inmunológico, la formación de membranas celulares y en la generación de eicosanoides y otras sustancias vinculadas con la respuesta inflamatoria que también tendrán un impacto a nivel cardiovascular. Además, especialmente las nueces y almendras, proveen ácidos grasos monoinsaturados, es decir, ácido oleico (omega 9), el cual se asocia con una reducción del riesgo de enfermedad cardiovascular.

 

Sin embargo, estos alimentos proveen un elevado aporte calórico, por lo que teniendo en cuenta las características previamente descriptas, pueden incluirse dentro de una alimentación saludable y equilibrada formando parte del desayuno, junto a alguna colación a media mañana o tarde o complementando alimentos en el almuerzo o la cena, pero deben consumirse en forma moderada adecuándose a los requerimientos calóricos de cada individuo así como a comorbilidades asociadas que éste presente.

 

*Susana Apoloni es Médica cursante de la Carrera de Médicos Especialistas en Nutrición