Ridner E – abr 2020
La pandemia del COVID 19 ha mostrado que la producción de alimentos es una de las actividades más sostenibles.
Al impacto sobre la salud con una enorme cantidad de pacientes fallecidos, se le ha sumado el golpe económico derivado de las medidas imprescindibles de aislamiento. En algún momento se estimará con detalle el costo sufrido pero es claro que será muy importante.
Pero no todas las actividades han sido afectadas del mismo modo. Una necesidad esencial es por supuesto la alimentación, por lo que todos los gobiernos han tomado medidas para asegurar la producción y distribución de alimentos. Los aspectos finos que conciernen a la nutrición no han sido considerados como es lógico en cualquier catástrofe, pero incluso la provisión de alimentos frescos en general se ha conservado y las únicas limitantes parecen ser las que respondan a la caída del poder adquisitivo que será significativo y afectará a muchas personas.
Como perfil productivo en la Argentina tienen una marcada importancia los alimentos. Cerca del 10% del Producto Bruto Interno corresponde a la Agricultura y Pesca, y en la producción industrial que participa con un 30%, una cuarta parte corresponde a alimentos. Incluso del 60% del PBI restante que corresponde a servicios una buena parte también se integran a la cadena alimentaria tales como transporte, financieros, etc.
La producción agropecuaria no ha caído en lo que va de la epidemia, y la producción industrial de alimentos tampoco. De hecho, es la única actividad de toda la sociedad sin bajas.
En el balance que se hará cuando la pandemia haya pasado, aparecerá un mensaje: la producción de alimentos parece ser la actividad humana económica más estable y segura.